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Fruto permanente

“Es posible que separados de Cristo demos algún fruto, pero no es posible que lo hagamos en abundancia ni de forma permanente”

El fruto es de gran importancia en el evangelio, debido a que el Señor Jesucristo acudió a ciertas imágenes muy gráficas conocidas por una comunidad agrícola como el Israel del primer siglo, para transmitir verdades espirituales concernientes a los resultados que la fe en Dios estaba llamada a producir en la vida de los creyentes, comenzando por establecer el principio general y evidente de que: “… todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno… »Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol, su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto” (Mateo 7:17-18; 12:33). El no creyente puede, entonces, mostrar eventualmente frutos dignos de elogio en aspectos particulares de su quehacer, pero no podrá hacerlo nunca de manera consistente y permanente y tampoco podrá hacerlo en todos los aspectos de su vida práctica, pues más temprano que tarde “pelará el cobre”, mostrando su verdadera naturaleza por debajo de las apariencias, pues definitivamente el árbol malo no puede dar fruto bueno. El fruto bueno sólo se produce consistentemente de un modo creciente y continuo cuando hemos sido transformados mediante la fe en un árbol bueno y nos hallamos unidos así a la vid verdadera que es Cristo, como Él mismo lo dijo: “»Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman” (Juan 15:5-6)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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