Volviendo con la confesión de Patrick Morley en el sentido de que su mayor barrera para convertirse en cristiano era que pensaba que ya lo era, a muchos les sucede lo mismo debido a que al conocer un poco acerca de Jesús, muchos piensan que ya saben lo suficiente. Concluía Morley diciendo que: “Algunas veces es mejor no saber nada que saber un poco. Un poco de conocimiento acerca de Dios puede ser peligroso para su salud eterna. Al menos cuando no sabe nada, no puede pretender saber más de lo que realmente sabe”. Una de las maneras más habituales en que esto sucede es asumiendo que suscribir la moralidad cristiana es lo que define a un cristiano y que cumplir medianamente con ella es todo lo que se requiere para estar en buenos términos con Dios. Esto es, justamente, lo que les sucedió a muchos judíos y les impidió acoger el evangelio en su momento, como lo denuncia Pablo: “Ahora bien, tú que llevas el nombre de judío; que dependes de la ley… que conoces su voluntad y sabes discernir lo que es mejor porque eres instruido por la ley; que estás convencido de ser… instructor de los ignorantes, maestro de los sencillos, pues tienes en la ley la esencia misma del conocimiento y de la verdad… ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas contra el robo, ¿robas? Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que aborreces a los ídolos, ¿robas de sus templos? Tú que te jactas de la ley, ¿deshonras a Dios quebrantando la ley?… El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente” (Romanos 2:17-29)
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