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La medicina fundamental

“La sanidad comienza por la conversión, pues la enfermedad es con frecuencia sólo un síntoma del pecado no confesado ni perdonado”

Dado que la corrupción de la naturaleza entera, junto con la enfermedad y el deterioro físico de los seres vivos hicieron aparición como consecuencia de la caída en pecado de nuestros primeros padres; se sigue que la sanidad debe estar igualmente asociada con la redención llevada a cabo por Cristo para librarnos del dominio del pecado. Por eso el tratamiento repetido que el Señor Jesucristo dio a quienes acudían a Él en busca de sanidad, era revisar y confirmar su fe en Él, que es lo que define lo que conocemos como “conversión”, para sólo después, de manera consecuente y natural, proceder con la sanidad, pues habiendo hecho ya lo difícil −la redención que le costó a Dios la vida de su propio Hijo− pudo entonces, efectuar lo más fácil, es decir la sanidad, como sucedió con el paralítico del evangelio: “Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: -¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados! Algunos de los maestros de la ley murmuraron entre ellos: «¡Este hombre blasfema!» Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: -¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -se dirigió entonces al paralítico-: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y el hombre se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud se llenó de temor, y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales” (Mateo 9:2-8)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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