Dado que la corrupción de la naturaleza entera, junto con la enfermedad y el deterioro físico de los seres vivos hicieron aparición como consecuencia de la caída en pecado de nuestros primeros padres; se sigue que la sanidad debe estar igualmente asociada con la redención llevada a cabo por Cristo para librarnos del dominio del pecado. Por eso el tratamiento repetido que el Señor Jesucristo dio a quienes acudían a Él en busca de sanidad, era revisar y confirmar su fe en Él, que es lo que define lo que conocemos como “conversión”, para sólo después, de manera consecuente y natural, proceder con la sanidad, pues habiendo hecho ya lo difícil −la redención que le costó a Dios la vida de su propio Hijo− pudo entonces, efectuar lo más fácil, es decir la sanidad, como sucedió con el paralítico del evangelio: “Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: -¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados! Algunos de los maestros de la ley murmuraron entre ellos: «¡Este hombre blasfema!» Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: -¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -se dirigió entonces al paralítico-: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y el hombre se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud se llenó de temor, y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales” (Mateo 9:2-8)
La medicina fundamental
2 febrero, 2022
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“La sanidad comienza por la conversión, pues la enfermedad es con frecuencia sólo un síntoma del pecado no confesado ni perdonado”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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