La separación entre iglesia y estado lograda en la modernidad de la mano del muy oportuno proceso de secularización, fue decisiva para dar fin a las guerras de religión que siguieron a la Reforma, delimitando las funciones que la Biblia le atribuye tanto a las autoridades civiles, como a las religiosas y garantizando y protegiendo así de injerencias indebidas de su parte el fuero íntimo, personal y privado en que ni el estado ni la iglesia pueden intervenir en la conducta de los hombres, siempre y cuando sus acciones se mantengan dentro de este ámbito y no atenten contra los derechos y libertades de terceros. Ámbito en que el único que puede entrar es Dios y nadie más para forjar allí, mediante el trato interpersonal con cada individuo humano en general, pero con los creyentes en particular, las convicciones de conciencia de quienes no tienen que remitirse a estándares morales sociales ni a legislaciones humanas para actuar correctamente. Pero la separación entre iglesia y estado no significa que cada uno de ellos desempeñe funciones sociales tan diferentes que no guarden relación entre sí o que tengan que estar enfrentados de modo necesario, pues la iglesia está llamada a ejercer un papel que, sin ser coactivo o coercitivo como el del estado, sí debe ser persuasivo, elevando en buena horade forma gradual y sutil los estándares morales de la sociedad civil de turno, a la manera en que la levadura puede fermentar para bien toda la masa, pues: “… «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en una gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa.»”(Mateo 13:33)
La levadura del reino de los cielos
21 febrero, 2022
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“Iglesia y estado pueden estar separados pero eso no significa que la iglesia no pueda ‘fermentar’ para bien a todo el estado”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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