La ciencia se ha desarrollado a tal punto que está alcanzando su nivel de incompetencia en lo que tiene que ver con el origen del universo, el origen de la vida y el origen del hombre. Así, aún a regañadientes, la ciencia actual tiene que admitir que desde el punto de vista de la razón y la lógica no se puede descartar a Dios como la causa y el origen más probable y plausible de estas tres realidades. Sin embargo, en el cristianismo existen diversas posturas en cuanto a la manera en que Dios llevó a cabo los procesos por los cuales todo llegó a existir, así como la manera en que surgió la vida en toda su asombrosa diversidad, con el ser humano como punto culminante de este proceso. Pero más allá de las diferencias, desacuerdos, discusiones y debates alrededor de estos asuntos, todos los cristianos reconocen y defienden, independiente de su postura, el papel central de Dios en el proceso como Creador de todo lo que existe y sobre todo como la explicación final del origen de la vida en general y del ser humano en particular, como lo declaró de manera puntual el apóstol Juan en el prólogo de su evangelio: “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad” (Juan 1:1-4); pues la misma evolución no deja de ser un proceso que sólo se explica si hay una inteligencia detrás guiándola que, en gracia de discusión, no puede ser otra que la inteligencia del Dios Creador encarnado en Jesucristo
La evolución y la fe
1 julio, 2022
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“El debate sobre la evolución puede ser una discusión entre creyentes que comparten su fe en Cristo como Redentor y como Creador”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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