La doctrina de la ascensión, frecuentemente descuidada, adquiere una importancia sin igual como el imprescindible broche de oro que hace que la vida y obras de Cristo tengan el valor, el efecto y la eficacia que la Iglesia y la Biblia proclaman. R. C. Sproul decía, refiriéndose a la ascensión, que: “Es el profundo momento de la coronación de Cristo como Rey. Sin este, la Resurrección termina en desilusión y Pentecostés no hubiera sido posible…”. Ya Cristo lo había dicho también de este modo: “Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes” (Juan 16:7), pasaje comentado por Sproul de este modo: “El cristiano anhela la presencia de Cristo en su vida… Millones viajan anualmente a Palestina solamente para ver las huellas que quedaron… Vivimos como si no hubiera habido ascensión… La ascensión de Cristo a la diestra de Dios está inseparablemente unida a la llegada de Pentecostés… Uno de sus primeros actos de autoridad que ejerció después de ser entronizado, fue dotar a su iglesia con poder desde lo alto… dando lugar a la afirmación del credo: ‘en lo tocante a su humanidad, Jesús ya no está presente con nosotros; en lo tocante a su deidad, Él nunca está ausente de nosotros’…”. Es a raíz de la ascensión que se genera desde entonces en la vida cotidiana de la iglesia un sentimiento, una intuición tan nítida y fuerte de la presencia de Cristo que se convierte en algo así como una reacción refleja o instintiva que hace que en todas las circunstancias importantes de la vida, la Iglesia se vuelva espontáneamente hacia Él.
La conveniencia de la ascensión
3 septiembre, 2022
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“Aunque deseemos la presencia física de Cristo nos conviene más Su ausencia para que el Espíritu Santo haga su trabajo en nosotros”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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