La conciencia moral, esa facultad humana ineludible y universal que no exime a ningún ser humano y que nos lleva a clasificar todo lo que hacemos, percibimos y pensamos en términos de bueno o malo, al punto de no poder dejar de emitir juicios al hablar; es una dotación de Dios que pone en evidencia la realidad divina y constituye uno de los cuatro argumentos naturales a favor de su existencia: el llamado “argumento antropológico o moral”. Pero más allá de ser una facultad humana que no se puede explicar convincentemente sino por referencia a Dios, la conciencia cumple el papel de iluminarnos e indicarnos en donde estamos parados, ya sea que nos encontremos en los linderos seguros de lo que es bueno, justo y correcto o que hayamos traspasado la cerca que separa este espacio de lo que es malo, injusto e incorrecto y nos expone a todo tipo de indeseables y dolorosas consecuencias. Y debido a que los juicios de nuestra conciencia moral ─en la medida en que la mantengamos en condición funcional sometiéndonos con honestidad a ella─ nos acusan una y muchas veces de haber traspasado estos linderos en algún grado, la conciencia cumple el papel de hacernos saber que en último término somos pecadores culpables que necesitan redención y perdón. Algo que debemos agradecer, por doloroso que pueda ser, pues: “Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto” (Juan 3:19-20)
La conciencia: luz divina
11 julio, 2022
2 Lectura mínima
“La conciencia es la luz divina en el interior de todo ser humano que con sus juicios debería conducirnos arrepentidos a Cristo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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