Los teólogos llaman nuestra atención al hecho de que, muchos de los episodios y personajes más destacados y relevantes del Antiguo Testamento en la historia sagrada, son “tipos”, es decir, realidades que, vistas con el debido detenimiento, tipifican y apuntan de manera anticipada a aspectos de la persona y la obra de Cristo que tienen en Él su cumplimiento más cabal y completo. Isaac, el hijo de Abraham es uno de estos tipos, en particular en lo que tiene que ver con el sacrificio que Abraham estuvo dispuesto a hacer de él por instrucción expresa de Dios, para probar la madurez de su fe y la fidelidad a toda prueba del patriarca a los requerimientos divinos. Porque siendo Isaac el único hijo de Abraham con su esposa Sara, engendrado en la vejez de ambos de manera manifiestamente milagrosa conforme a la promesa divina; era el hijo amado del patriarca, por lo que al dirigirse de manera obediente a sacrificarlo en el monte Moria, Abraham sintió en carne propia lo que un padre humano experimentaría al tener que sacrificar voluntariamente a su único y más amado hijo en pro de valores, principios y lealtades superiores a la vida misma. Así, Abraham tipifica en este episodio a Dios Padre, e Isaac, a Jesucristo, el unigénito de Dios. Con la diferencia que, en el caso de Abraham, Dios detuvo en el último momento el puñal asesino, pero no lo hizo así en lo que tiene que ver con su propio hijo, Jesucristo, puesto que, como lo explica el evangelista: “»Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16)
El sacrificio del unigénito
10 julio, 2022
2 Lectura mínima
“Abraham conoció en carne propia el alcance del amor de Dios por nosotros cuando obediente estuvo a punto de sacrificar a Isaac”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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