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La comercialización de lo sagrado

“Hay presuntas ‘iglesias’ que rebajan con descaro lo sagrado al nivel de lo profano al ponerle precio y feriarlo al mejor postor”

Toda iniciativa humana sana y noble es susceptible de pervertirse en la práctica, sin que esto necesariamente invalide o descalifique la iniciativa en sí misma. En el cristianismo esto sucede cuando las iglesias comercializan lo sagrado y falsean de manera culpable lo espiritual, degradando lo sagrado al nivel de lo profano. Ya el Señor Jesucristo denunció esta práctica por parte del judaísmo de su época al declarar, indignado, al ver invadidos los atrios del templo de Jerusalén con todo un “mercado persa” de comerciantes de todo tipo: “«Escrito está -les dijo-: ‘Mi casa será llamada casa de oración’; pero ustedes la están convirtiendo en ‘cueva de ladrones’.»” (Mateo 21:13). A partir de entonces, un significativo número de iglesias a lo largo de la historia han incurrido de muchas maneras en estas censurables conductas, sobresaliendo entre ellas la llamada simonía o compra y venta de cargos eclesiásticos y la venta de reliquias e indulgencias por parte de la Iglesia de Roma durante la Edad Media, así como el descarado enriquecimiento actual de ciertos pastores y “teleevangelistas” protestantes, dirigentes de algunas de las llamadas “megaiglesias” o iglesias de miles de miembros, a costa de la explotación de sus fieles. Por todo lo anterior, se requiere de los creyentes laicos un satisfactorio conocimiento bíblico que les permita identificar estos casos y no contribuir a ellos con su apoyo a este tipo de ministerios en perjuicio de sí mismos, pues en la Biblia se nos advierte al respecto de tantas maneras que en este cuadro tanto los explotadores como los explotados tienen su correspondiente cuota de culpabilidad.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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