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La circuncisión del corazón

“Obedecer la instrucción de circuncidarse o bautizarse no sirve de nada si no estamos dispuestos a seguir obedeciendo después”

La fe puede degenerar en ritualismo cuando terminamos confiriendo más valor a los ritos en sí mismos que a la actitud interior que debería hallarse siempre detrás de ellos. Así sucedió con los judíos en lo concerniente a la circuncisión y también con los sectores de la cristiandad inclinados al sacramentalismo. Ya Pablo advirtió contra esto al declarar: “… La circuncisión tiene valor si observas la ley; pero si la quebrantas, vienes a ser como un incircunciso. Por lo tanto, si los gentiles cumplen los requisitos de la ley, ¿no se les considerará como si estuvieran circuncidados? El que no está físicamente circuncidado, pero obedece la ley, te condenará a ti que, a pesar de tener el mandamiento escrito y la circuncisión, quebrantas la ley. Lo exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo. El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente” (Romanos 2:17-29). Es por eso que Dios nos exhorta así en las Escrituras: “»Circunciden su corazón quitándose sus actitudes paganas y dejen de ser tercos” (Deuteronomio 10:16 PDT), términos ratificados también de manera gráfica mediante la siguiente instrucción: “Rásguense el corazón y no las vestiduras. Vuélvanse al Señor su Dios” (Joel 2:13), que no significa más que arrepentirnos y volvernos a Dios, pero hacerlo con sinceridad, de todo corazón y no de palabra, sin justificarnos ni excusarnos atribuyendo a ritos y sacramentos mayor valor y efecto del que en realidad tienen, al margen de la obediencia y las actitudes interiores de quien los lleva a cabo

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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