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La ascensión de Cristo

“La ascensión de Cristo a la diestra del Padre hace que Él sea contemporáneo de todos nosotros sin restricción de tiempo ni lugar”

Ya hemos establecido que la fe exige algo más que saber sobre el llamado “Jesús histórico”, por abundante y preciso que pueda ser lo que sabemos de Él, pues para ser cristiano se requiere conocer al “Cristo de la fe” de una forma personal, presente y vivencial. Y es que no tenemos que referirnos a Cristo como a un personaje en el pasado porque él vive hoy, resucitado y ascendido a la diestra del Padre, como Él mismo lo anunció en su momento: “… Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20), y como tal es nuestro contemporáneo y puede ser conocido personalmente por todos y cada uno de nosotros. Además, en vista del carácter relativo del tiempo y del lapso ínfimo que la humanidad ocupa al final de la línea de cerca de quince mil millones de años que el universo lleva existiendo, en últimas prácticamente todos los hombres somos contemporáneos. Así, pues, Cristo con mayor razón lo es en un sentido muy real y auténtico, pues siendo como es Dios, para Él “… un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8). Pero también porque, siendo como es completamente humano desde su encarnación como hombre hace poco más de 2000 años, en virtud de su ascensión a la diestra del Padre Él se encuentra siempre a la distancia de una oración. La oración sincera del creyente que lo invoca con humilde fe y reverente confianza para descubrir que Él está siempre presente y acude a nuestras invocaciones para brindarnos su atención sin limitaciones de tiempo, pues como lo dijera Antony Campolo: “Con Jesús todo es contemporáneo”

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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