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La añadidura

“Quienes renuncian al mundo con tal de ganar el reino, al final descubrirán que el reino incluye al mundo como simple añadidura”

Abnegación, sacrificio y renuncia son palabras asociadas de manera habitual con la práctica y el compromiso cristianos que parecen hacer poco atractivo el cristianismo para la sociedad actual, orientada hacia la gratificación y los beneficios materiales inmediatos. Pero visto así, el cuadro de la fe es parcial e incompleto, pues si bien es cierto que el creyente debe estar dispuesto, cuando así se requiera, a renunciar a sus particulares intereses y aspiraciones personales cuando éstas no encajen dentro del propósito de Dios para su vida; también lo es que cualquier sacrificio en este sentido es compensado con creces por los beneficios que obtenemos al obrar de este modo. El apóstol Pablo afirmó que nada de lo que tengamos que entregar en este mundo por la causa de Cristo es comparable con lo que vamos a adquirir a cambio. Por todo esto es necio aferrarse a bienes perecederos y efímeros que nos pueden ser arrebatados o que tendremos que entregar en cualquier momento, tales como el dinero, la salud, la fama, las posiciones, los cargos, las personas o los afectos; rechazando de paso los bienes eternos que no podemos perder, tales como nuestra identidad de hijos de Dios, nuestra salvación eterna, las bendiciones espirituales o la sabiduría que Dios otorga, pues quien tiene sus prioridades en orden dándole a estos últimos la debida importancia y renunciando a los primeros cuando sea necesario, podrá disfrutar a la postre de ambos, como lo reveló el Señor: “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:33)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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