La revelación es uno de los mayores beneficios reservados por Dios para los suyos, pues involucra su intervención sobrenatural y directa, mediante el Espíritu Santo, para inspirar de manera milagrosa en los autores sagrados seleccionados por Dios: los profetas en el Antiguo Testamento y los apóstoles en el Nuevo, el registro preciso en su totalidad y palabra por palabra, de lo que Dios quería comunicarnos con miras a nuestra salvación y todo lo que ella implica para nuestras vidas cotidianas, sin dejar de lado en este proceso las experiencias y personalidades de los autores humanos escogidos para llevar a cabo este registro en la Biblia, considerada por esto la revelación de Dios a los hombres. Pero la revelación no tiene que ver solamente con la inspiración que Dios brinda a los autores sagrados para escribir la Biblia, sino con la iluminación de lo alto que nos otorga a los creyentes para comprenderla y rendirnos y someternos con convicción y de buena gana a ella, independiente de nuestra capacidad intelectual y nuestro nivel de instrucción y formación académica, dando preferencia a las personas más sencillas, humildes y dispuestas que se hallan al margen de las élites del mundo, ciegas, por tanto a la comprensión de la revelación de Dios, debido a su orgullo y pretendida autosuficiencia. Por eso: “En aquel momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad” (Lucas 10:21)
La alegría de la revelación
19 mayo, 2022
2 Lectura mínima
“La revelación de Dios en Jesucristo es tan especial y única que cuando logramos comprenderla, hasta Dios se regocija por ello”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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