Spurgeon advertía: “Estamos propensos a olvidar que, si bien hay distinciones en cuanto a las personas de la Trinidad, no las hay en cuanto al honor de las mismas”. La Trinidad es una doctrina fundamental, distintiva y exclusiva del cristianismo y la dificultad y deficiencias en su comprensión ha conducido a los opositores del cristianismo a acusarlo de triteísmo, y a algunos cristianos a incurrir en la herejía unitaria en sus diferentes modalidades históricas. Pero lo cierto es que, aún sin caer en una formulación doctrinal errada de esta doctrina; muchos cristianos terminan sutilmente negándola en su vivencia cotidiana y en sus devociones diarias al no darles al Padre, al Hijo o al Espíritu Santo por igual la atención y el honor que le corresponde a Dios. La Trinidad es, pues, una creencia cristiana fundamental no sólo por razones doctrinales, sino por razones prácticas, de modo que todo creyente auténtico que esté experimentando de manera creciente la enriquecedora comunión con el Dios Trino en su vida, deberá suscribir y sostener de manera necesaria la doctrina de la Trinidad con plena consciencia. Al fin y al cabo, la creencia debe ser consecuente con la vivencia, la mente debe seguir al corazón, el conocimiento debe estar acorde con la experiencia, la razón y la existencia deben ir de la mano, de modo que quienes hemos creído en Jesucristo como Señor y Salvador, hemos creído también en la Trinidad: “Créanme cuando les digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí… así será glorificado el Padre en el Hijo… Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad…” (Juan 14:11-17)
Jesucristo y la Trinidad
22 agosto, 2022
2 Lectura mínima
“Todo creyente que cultive una relación personal con Cristo deberá por ende suscribir y sostener la doctrina de la Trinidad”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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