La realidad histórica de Cristo está establecida fuera de discusión en todos los aspectos esenciales revelados en los evangelios, y confirmada de sobra por los documentos y testimonios antiguos al alcance de los eruditos y exponentes de la academia de todo tipo de trasfondo y procedencia, en lo que se conoce como “el Jesús histórico”. Y si bien un segmento significativo de la erudición se resiste a incluir la resurrección de Cristo como uno de los aspectos propios del “Jesús histórico” para proceder, a partir de ella, a distinguirlo y separarlo del llamado “Cristo de la fe”, al que entonces presentan ya no como un personaje real de la historia, sino como uno de carácter más bien legendario y mitológico; esta postura obedece más a los prejuicios naturalistas de un buen número de eruditos que los lleva a resistirse de forma cerrada a conferirle el carácter histórico a cualquier hecho milagroso o sobrenatural, en contravía con lo que las evidencias de carácter objetivo indican y señalan de manera concluyente y más allá de la duda razonable. Y es en virtud de la resurrección y ascensión de Cristo que Su promesa en los evangelios adquiere todo su sentido y su más cabal cumplimiento: “No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes” (Juan 14:18-20). Promesa cuya veracidad y cumplimiento puede ser comprobada hoy en su propia existencia por todo ser humano que invoque a Cristo con humildad, arrepentimiento y fe.
Cristo vive resucitado y ascendido
23 agosto, 2022
2 Lectura mínima
“La prueba final de que Cristo vive no es histórica sino existencial, cuando Cristo en persona acude a quienes lo invocamos”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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