Es cierto que las apariencias pueden engañar y que, debido a ello, debemos procurar siempre que sea posible y haya motivos razonables para ello, indagar más allá de ellas para comprobar si corresponden a los hechos de modo que podamos actuar de forma consecuente con lo que las apariencias indican. Pero esto no significa que las apariencias nos engañen en todos los casos o que hayan sido diseñadas por alguien con el expreso propósito de engañarnos, de modo que siempre tengamos que sospechar de ellas y nunca podamos fiarnos de ellas, con actitudes patológicamente desconfiadas, cínicas y escépticas a ultranza que son más destructivas que constructivas. No se requiere, entonces, dominar el método científico para confirmar o desmentir las apariencias, sino que en la vida cotidiana la mayoría de ellas son fiables y orientadoras, si las interpretamos correctamente en el marco de la experiencia y el sentido común recogido por la sabiduría tradicional de las generaciones pasadas, que han podido vivir en armonía y de forma satisfactoriamente consecuente con la realidad de las cosas mucho antes de la llegada de la ciencia moderna y la aparición del método científico. De hecho, Jesucristo nos amonesta diciendo que la capacidad de interpretar correctamente las apariencias en el mundo natural debería conducirnos a interpretar también las señales del mundo espiritual con acierto, censurándonos cuando no sucede así: “¡Hipócritas! Ustedes saben interpretar la apariencia de la tierra y del cielo. ¿Cómo es que no saben interpretar el tiempo actual?” (Lucas 12:56)
Interpretando las apariencias
3 junio, 2022
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“Antes de sospechar gratuitamente de las apariencias de todo lo que vemos, debemos interpretarlas correctamente como Dios manda”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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