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Segmentos

Iglesia y teocracia

“La voz del pueblo no es la voz de Dios y la iglesia no es, pues, una democracia sino una teocracia en la que es Dios quien elige”

Una de las demostraciones adicionales de que en la iglesia el ideal democrático moderno no puede aplicarse, pues las decisiones y elecciones que marcan el rumbo para los creyentes no se toman mediante recursos electorales ni consultas, plebiscitos ni referendos populares, lo constituye la manera en que se llevó a cabo la elección del sucesor del malogrado apóstol traidor, Judas Iscariote. Como ya se vio en su momento, esta decisión se tomó seleccionando a los candidatos con arreglo a un par de requisitos puntuales sin los cuales no se podía aspirar a esta dignidad, como lo son los hechos ya señalados de que cualquier persona postulada para el apostolado debería haber acompañado a Cristo y haberlo visto resucitado. Adicionalmente, la circunstancia por la cual los dos nombres finalmente seleccionados mediante estos criterios, es decir José y Matías, fueron sometidos a la suerte para determinar quién sería a la postre el sucesor escogido, bajo la convicción compartida por todos los judíos y manifestada en algunas prácticas formales sancionadas por la Biblia en el Antiguo Testamento de que la suerte no estaba relacionada con un azar impersonal, sino con la voluntad soberana de Dios; no puede hacernos perder de vista la breve pero significativa oración elevada por los apóstoles a Dios para que, a través de todo este proceso, Él fuera quien tomara la decisión final al respecto:  “Y oraron así: «Señor, tú que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido” (Hechos 1:24), como corresponde a una institución teocrática que no puede, entonces, regirse por dudosos y equívocos procedimientos democráticos

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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