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Apostolitis y apostolmania

“En estricto rigor hoy no puede haber apóstoles, pues el apóstol debía haber acompañado a Cristo y haberlo visto resucitado”

La resurrección de Cristo fue atestiguada por muchos de sus contemporáneos, incluyendo las más de quinientas personas a las que se apareció vivo al mismo tiempo, en una cultura como la judía en que dos o tres testigos coincidentes bastaban para establecer la veracidad de un hecho. Tanto, que éstos eran los requisitos básicos establecidos para el candidato a la vacante apostólica dejada por el malogrado apóstol traidor, Judas Iscariote: “Por tanto, es preciso que se una a nosotros un testigo de la resurrección, uno de los que nos acompañaban todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, desde que Juan bautizaba hasta el día en que Jesús fue llevado de entre nosotros.»” (Hechos 1:21-22). Es por esta razón que hoy no puede haber apóstoles en rigor, pues nadie en la actualidad puede cumplir estos requisitos, algo que deberían tener en cuenta quienes se autoproclaman y se hacen llamar hoy “apóstoles” para dar realce a su ministerio en lo que parece ser ya una especie de “apostolitis” o “apostolmanía” que pasa ya de ser algo preocupante a algo censurable. Y en gracia de discusión, si se admite la posibilidad de la existencia de apóstoles hoy en la iglesia, no pueden ser de la misma clase que los designados como tales por el Señor en el primer siglo de nuestra era. Las generaciones posteriores tenemos, pues, suficiente evidencia objetiva de la resurrección de Cristo en el testimonio coincidente de los apóstoles en los evangelios y en el hecho de que su tumba se encuentre vacía y nadie haya podido encontrar su cuerpo ni proveer una explicación alterna a la resurrección que resulte creíble y tenga en cuenta todos los hechos.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Estoy casado con Deisy y tengo dos hijos: Mateo y María José. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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