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Hagamos bien a todos

“La comunión crea una especial solidaridad fraternal entre creyentes, pero sin olvidar que nuestro prójimo puede ser cualquiera”

Los vínculos fraternales a los que la fe en Cristo dan lugar entre quienes la suscriben y profesan de manera comprometida pueden llegar a ser más fuertes en algunos casos que los vínculos consanguíneos entre familiares que no comparten esta fe. Por esta razón el apoyo mutuo y la solidaridad que se puede alcanzar y experimentar en el seno de la iglesia puede ser un sustento muy importante para la vida de los creyentes, de tal modo que cuando se honran estos vínculos como corresponde, la iglesia, al igual que el pueblo judío, puede llegar a ser conocida entre los no creyentes por la ayuda que se brindan todos sus miembros entre sí y la preocupación solidaria de los unos por los otros. Pero, si bien es cierto que la Biblia respalda este rasgo que debe caracterizar a la iglesia, no circunscribe tampoco esta ayuda mutua a los miembros de la iglesia con exclusividad, pues actuar de esta manera tan restrictiva y excluyente también puede dar lugar a las actitudes sectarias aprovechadas por los nuevos iluminados, fundadores de cultos, para desvincular a sus miembros de la sociedad en general e incluso de sus propias familias, en una actitud de aislamiento censurable y peligrosa que puede llegar a escandalizar y darle mala prensa a la iglesia en el mundo. Por eso, no sobra recordar que nuestro prójimo es la persona más próxima a nosotros, comenzando por nuestra familia no creyente y los inconversos entre quienes convivimos, y que la iglesia tiene la prioridad, pero no la exclusividad al respecto: “Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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