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Escondiéndonos de Dios

“Ya sea para bien o para mal Dios siempre nos encuentra. Pero entre más queramos escondernos el resultado puede ser más para mal”

En relación con Dios, podremos huir, pero no podremos escondernos. El caso del profeta Jonás es proverbial. Dios lo comisionó para ir a Nínive, capital del imperio Asirio, a proclamar allí su mensaje. Pero Jonás no quería hacerlo y optó por huir de lo encomendado, embarcándose en dirección contraria, hacia Tarsis, en la antigua España. Sin embargo, Dios, que lo tenía muy bien ubicado y de cuyo radar Jonás nunca podría ocultarse, preparó sucesivamente una tormenta y luego un gran pez que tragó vivo a Jonás y luego de tres días en su vientre, milagrosamente y en respuesta al clamor del profeta, lo depositó ileso, sano y salvo, de nuevo en tierra para que ahora sí, luego de aprender la lección del caso, cumpliera lo ordenado de manera dócil y diligente. Experiencia que nos debe servir de ejemplo para que entendamos que, aunque podamos huir de Dios por un tiempo, no podemos escondernos de Él indefinidamente y al final, más temprano que tarde, Él siempre nos encuentra. Pero entre más dejemos de correr y más temprano nos halle, puede ser un encuentro menos crítico y doloroso y mucho más benigno que si nos resistimos hasta el límite huyendo de Él, sacándole el cuerpo a nuestra responsabilidad hacia Él, como lo advierte el profeta: “Aunque se oculten en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los atraparé. Aunque de mí se escondan en el fondo del mar, allí ordenaré a la serpiente que los muerda. Aunque vayan al destierro arriados por sus enemigos, allí ordenaré que los mate la espada. Para mal, y no para bien, fijaré en ellos mis ojos.»” (Amos 9:3-4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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