El hambre ha sido a través de la historia uno de los más temidos flagelos que ha azotado a los diferentes pueblos de la humanidad, incluyendo por supuesto al pueblo de Israel. De acuerdo con las Escrituras, el hambre es en muchos casos consecuencia del juicio de Dios sobre la nación como resultado de su mal comportamiento y alejamiento de Dios. Pero por otra parte y como complemento de lo anterior, Dios ha prometido bendecir a los suyos supliendo lo necesario para satisfacer el hambre de los que le obedecen y actúan de manera agradable ante sus ojos. Existe, sin embargo, un hambre muy particular que merece tratamiento aparte. Se trata de aquella anunciada por el profeta: “»Vienen días -afirma el Señor omnipotente−, en que enviaré hambre al país; no será hambre de pan ni sed de agua, sino hambre de oír las palabras del Señor” (Amos 8:11). Un hambre de sentido, propósito o significado que las humanidades ya designan como “hambre de trascendencia”, y a la que el filósofo marxista Ernst Bloch se refirió diciendo: “Que algo nos falta, esto es lo primero que aparece. Todos los demás impulsos tienen su raíz en el hambre”. Así, los sociólogos, que pronosticaron la desaparición de la religión de las sociedades modernas, han tenido que reconocerla como una marcada señal de nuestros tiempos y como un síntoma inequívoco del resurgir de lo religioso. A ella se refirió el Señor en las bienaventuranzas del Sermón del Monte, identificándose a sí mismo como “el pan de vida” que sacia para siempre el hambre fundamental del género humano.
El hambre fundamental
30 noviembre, 2021
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“Muchos de quienes se encuentran saciados en lo material son quienes padecen el hambre más sentida de todas, anunciada desde atrás”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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