El judaísmo no fue nunca de manera rigurosa una religión exclusivamente tribal o nacional, pues la elección de Israel por parte de Dios era una medida provisional que no cerró nunca de manera absoluta el acceso de los demás pueblos a Dios, como consta en el hecho de que en la Ley había muchas prescripciones favorables a los extranjeros, considerados junto con las viudas, los huérfanos y los levitas, uno de los grupos vulnerables que requerían de un cuidado especial por parte del resto del pueblo. Y si bien el acceso de los extranjeros a Dios estaba restringido a la mediación del pueblo de Israel a través del ritual del templo de Jerusalén y su cuerpo de sacerdotes y levitas, eso no quita que desde el principio el propósito de Dios fuera que su revelación a los hombres tuviera un alcance universal, una vez cumplido el propósito de preparar una nación a través de la cual el mesías viniera al mundo. Esto explica por qué en el Antiguo Testamento encontramos representativos episodios en los que individuos extranjeros como Naamán el sirio tuvieron acceso a Dios y fueron favorecidos por él o fueron, de manera expresa, instrumentos providenciales de Dios para bendecir a Su pueblo, como en el caso de Ciro el persa. Aún el Señor Jesucristo, con todo y tener la restricción temporal de no ser enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel, favoreció en más de una oportunidad también a extranjeros, llegando a ponerlos de ejemplo, como lo hizo con el centurión romano. Y es que, finalmente, como lo llegó a comprender Pedro en su momento: “… en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia” (Hechos 10:35)
Escogidos de entre todas las naciones
1 octubre, 2022
2 Lectura mínima
“El evangelio no discrimina a los temerosos de Dios de todos los pueblos y naciones del mundo al margen de su raza o su cultura”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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