La fe no es algo que se transmite automáticamente de una generación a la siguiente. Por eso, a pesar de que la fe de una generación sí tiene un gran potencial para conferirle ventajas a las siguientes para que ellos también lleguen a suscribir de manera personal la fe de sus padres y cultivar de este modo todas las bendiciones que la acompañan, ─en particular si la fe de los padres es una fe que no sólo se profesa, sino que se vive en el día a día─; ni siquiera la instrucción en el temor de Dios que los padres creyentes se esmeran por impartir a sus hijos garantiza que ellos también lleguen a ser creyentes a las primeras de cambio, de manera fluida y natural y sin luchas ni traumatismos de ningún tipo. Cada persona es diferente, de tal modo que, si bien para algunos suscribir a título personal la fe de sus padres es más fácil que para otros, nadie está exento de tomar su siempre crítica decisión personal a favor de Cristo rindiéndole su vida en arrepentimiento y fe, respondiendo así, en ejercicio del libre albedrío, a la invitación que Dios nos formula para que nos reconciliemos con Él en la persona de Cristo. Dicho de otro modo, Dios no tiene nietos, sino únicamente hijos y cada persona debe llegar a serlo asumiendo su responsabilidad de creer por sí mismos, al margen de la fe de sus padres, pues no es cierto tampoco que todos los hombres seamos hijos de Dios, como muchos lo dan equivocadamente por sentado, sino sólo los que cumplan las condiciones establecidas por Dios para ello: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12)
El derecho de ser hijos de Dios
3 julio, 2022
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“Los hijos de padres creyentes no son creyentes de manera automática y segura, pues Dios no tiene nietos, sino hijos únicamente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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