Tener un sueño o visión de vida es tener una imagen clara y plausible de cómo deberían ser las cosas en justicia, aunque en el presente estén todavía lejos de ser así. Una imagen que nos sirva de referente y de esperanzador faro en el horizonte, impulsando nuestras acciones, aspiraciones e ilusiones en esa dirección. Es célebre el discurso de Martin Luther King Jr. titulado precisamente: “Yo tengo un sueño” que fue el motor de toda su lucha a favor de los derechos civiles de la población afroamericana en los Estados Unidos, hasta que fue asesinado por un segregacionista blanco. Laura Bergman define una visión, justamente, como: “la imagen convincente de un futuro alcanzable”. En este orden de ideas los sueños o visiones a los que vale la pena consagrar nuestras vidas de manera segura y apasionada son los que provienen de Dios y promueven los valores de Su reino: la justicia, la paz y la alegría para todos. Cada creyente debe, por tanto, esforzarse por identificar en comunión con Cristo, el sueño o visión de vida que Dios le tiene reservado para contribuir con su aporte al avance y cumplimiento final de Sus propósitos en el mundo, sin desmayar en el proceso al no ver todos los resultados esperados, con la promesa y garantía divina de que a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos, puesto que, como se le reveló en su momento al profeta Habacuc ante sus propias dudas al respecto: “… la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá” (Habacuc 2:3)
El sueño de Dios para el hombre
14 diciembre, 2021
2 Lectura mínima
“Tener visión no es soñar despierto sino tener los pies en la tierra esperando y trabajando para alcanzar lo que Dios promete”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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