Las circunstancias de la vida no son por lo regular las óptimas o las que desearíamos y en ocasiones pueden ser realmente adversas. Y cuando nuestra alegría o nuestra conformidad con la vida depende de las circunstancias, entonces la alegría se vuelve muy elusiva, escasa e impredecible. Pero cuando nuestra alegría proviene de Dios y es un fruto de la presencia de Su Espíritu en nuestra vida en virtud de la fe en Cristo, entonces podemos seguir disfrutando de la alegría, aunque nuestras circunstancias no sean por lo pronto las más favorables, pues nuestra relación con Dios en la persona de Cristo es un polo a tierra o un ancla inamovible en medio de las tormentas de la vida que impide que andemos a la deriva, dependiendo por completo de la situación que estamos viviendo. Es por eso que el creyente puede sortear con ventaja los malos tiempos, sin perder la esperanza ni la alegría dosificada y continua de saberse redimido, perdonado, aceptado y amado por Dios más allá de que las cosas marchen bien o no tan bien. Un Dios que ha prometido no dejarnos ni desampararnos en ningún momento y cuidar de nosotros en toda circunstancia, demostrándolo al entregar la vida de su propio Hijo por nosotros, todo lo cual justifica de sobra la confiada y resuelta declaración del profeta “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!”(Habacuc 3:17-18)
Alegres a pesar de todo
15 diciembre, 2021
2 Lectura mínima
“La alegría del creyente no depende de su situación, sino de su relación con Jesucristo aún por encima de las circunstancias”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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