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El silencio prudente

“A menos que haya esperanza de que las denuncias justas sean escuchadas, a veces es mejor guardar un prudente silencio al respecto”

La Biblia nos advierte para que no hablemos por hablar, sino que al hacerlo tengamos en cuenta el potencial constructivo o destructivo que reside en la lengua y evitemos los contrasentidos en que incurrimos al hacer uso de ella. Para lograrlo, valdría la pena tener en cuenta lo dicho por Salomón cuando afirmó que todo tiene su momento oportuno y que hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo, entre lo cual encontramos que existe “un tiempo para callar y un tiempo para hablar” (Eclesiastés 3:7). En cuanto a esto último, la Biblia recomienda hablar cuando sea necesario asumir posturas claras, señalando, reprendiendo y denunciando lo que sea contrario a la moral cristiana; o para aprovechar toda oportunidad que se nos presente para compartir y divulgar con generosidad las buenas nuevas del evangelio de Cristo. Y en relación con el tiempo de callar, es conveniente hacerlo para poder escuchar con atención a nuestro interlocutor; o, por difícil que pueda ser, ante las calumnias de los demás, imitando en esto al Señor Jesucristo, quien ante las injurias y acusaciones falsas de las que fue víctima a lo largo de su ministerio y, en especial, en medio de las circunstancias difíciles de su última semana de vida, dio cumplimiento a lo declarado por el profeta: “Por eso en circunstancias como éstas guarda silencio el prudente, porque estos tiempos son malos” (Amos 5:13). Finalmente, hay que callar al comparecer ante Dios, evitando las justificaciones inútiles y sin provecho con las solemos intentar justificar nuestros actos injustificables a los ojos de los demás

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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