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El saludable escepticismo

“El escepticismo de los que examinan sin prejuicios aquello en lo que se les pide creer es elogiado y recomendado en la Biblia”

El escepticismo es una escuela filosófica que duda de todo, no ya como método para poder examinar, verificar y establecer con mayor seguridad la verdad de las cosas, sino como la finalidad de la vida. En este sentido el escepticismo es incompatible con la fe. Pero como paso necesario en el aprendizaje mediante el cual examinamos la veracidad de lo que se nos pide creer de la manera más honesta, humilde y desprejuiciada, es una actitud siempre recomendada en la Biblia para evitar caer, tanto en la credulidad como en la incredulidad. Y es que, parafraseando una frase de George Herbert, el diablo divide al mundo entre los incrédulos y los crédulos. Pero el creyente maduro no es, ni debe ser ninguna de las dos cosas. Es alguien que cree, pero que también examina lo que se le pide creer, ya sea después de creerlo o, eventualmente y de forma preferible, antes de hacerlo cuando haya razones para no hacerlo. De cualquier modo, antes o después, el examinar lo que se nos pide creer y confrontarlo con los hechos ya establecidos, y en particular los hechos de la historia sagrada recogidos en la Biblia junto con su correcta, más coherente, consistente y autorizada interpretación teológica, es un deber ineludible de todo auténtico creyente, como lo hacían los judíos de Berea: “Éstos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba. Muchos de los judíos creyeron, y también un buen número de griegos, incluso mujeres distinguidas y no pocos hombres” (Hechos 17:11-12)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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