El Señor Jesucristo declaró que Su reino no era de este mundo. Esto no significa que Él no sea desde siempre el Señor de toda la creación o que haya algún aspecto de la realidad que esté fuera de su dominio, sino simplemente que, de manera necesariamente provisional, Él no ejerce un gobierno directo, evidente e incuestionable sobre todas las cosas, incluyendo, por supuesto, el ámbito político, sino un gobierno sutil y tras bambalinas, mediado a través de gobernantes e instancias humanas que son indiferentes a Él y no se someten a Él ni lo reconocen como el Señor, no obstante lo cual Él puede servirse soberanamente de ellos para el cumplimiento de sus propósitos, a pesar de ellos mismos. Es en este sentido que el reino de Dios no es, por lo pronto de este mundo. Pero la Biblia nos revela que Cristo regresará por segunda vez, ya no en condición humilde sino en condición gloriosa y avasallante para establecer Su reino y Su gobierno perfecto en la tierra, transformándolo todo de una manera tan maravillosa y contrastante con la realidad actual que ninguno de quienes puedan acceder a este periodo culminante de la historia tendrá motivos de queja ni malogrará las condiciones ideales de Su reino. Pero entre tanto, Cristo nos reveló que, paradójicamente y en un sentido real, Su reino no requiere ser anunciado, pues ya se encuentra entre quienes hemos reconocido su señorío y nos hemos sometido en obediencia a Él entrando así voluntariamente en la esfera de su gobierno, pues: “No van a decir: ‘¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!’ Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes” (Lucas 17:21)
El reino de Dios entre nosotros
16 junio, 2022
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“El reino de Dios ya se encuentra presente entre quienes reconocemos al Rey y sus legítimos y absolutos derechos sobre nosotros”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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