La oración es tal vez el mejor recurso del que dispone el cristiano para cambiar favorablemente su entorno y circunstancias. Pero los cambios en nuestro entorno comienzan primero por la transformación personal de cada uno de nosotros. Por eso la oración, además de ser una humilde y confiada apelación a Dios, debe ser también un recurso para invitar a que Dios nos transforme a través de ella. El Padre Nuestro no es, entonces, una oración para repetir, sino una oración para vivirla. A través de ella podemos examinar, valorar, mejorar o corregir nuestra relación filial con Dios; nuestra comunión fraternal con los hermanos; nuestra perspectiva en el mundo; nuestra integridad personal; nuestra sujeción a las autoridades; nuestra disposición a aceptar de buen grado la voluntad providencial y soberana de Dios; nuestro interés en las necesidades ajenas; nuestras buenas relaciones con los demás; nuestra actitud alerta y vigilante ante la tentación; y nuestra toma de partido en contra del maligno. Sólo si nos tomamos el trabajo, cuando estemos orando, de verificar con honestidad todo lo anterior; la oración no vendrá a ser un ejercicio irreflexivo, estéril e hipócrita, sino una herramienta poderosa y eficaz a disposición del creyente. Por eso: “… »Ustedes deben orar así: »‘Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.’” (Mateo 6:5-13)
El Padre nuestro
17 enero, 2022
2 Lectura mínima
“El Padre nuestro no es una oración mecánica para ser dicha o repetida, sino una oración reflexiva que debe llegar a ser vivida”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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