El perdón es de dos vías. Se pide y se da. Se recibe y se otorga. En ningún caso es fácil, pero esto no lo hace menos necesario para poder vivir en paz con Dios y nuestra conciencia. La Biblia dice que la verdadera conversión involucra, además de la fe; el arrepentimiento, la confesión y la solicitud de perdón. Al que así acude a Dios, Él le concede el perdón sin condicionarlo a nada más. Este primer acto de perdón divino resuelve de manera definitiva la culpabilidad del hombre ante Dios, librándolo de Su justa ira y salvándolo de la perdición y condenación eterna. Pero el creyente, aunque ya no practique el pecado, aún peca de manera más o menos ocasional y debido a esto Dios incluyó en el Padre nuestro una declaración para tratar con el pecado del creyente cada vez que se presente. Pero estos posteriores actos de perdón divino ya no se ocupan de la culpabilidad y la condenación removidas de manera definitiva en la conversión, sino de la contaminación con la que el pecado mancha y estorba nuestro proceso de santificación y que se constituye, a su vez, en un obstáculo para mantener en condiciones óptimas nuestra relación con un Dios santo. Por eso en estos casos Dios condiciona su perdón al hecho de que nosotros también perdonemos a quien nos ha herido. Porque sólo existe una manera en que podemos dejar atrás exitosamente todo esto y es el perdón: “»Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (Mateo 6:14-15)
Perdonando a los demás
18 enero, 2022
2 Lectura mínima
“El primer acto de perdón divino sólo demanda de nosotros arrepentimiento y fe. Los siguientes, que también nosotros perdonemos”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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