El padre de la mentira

Entre las variadas artimañas que Satanás y los demonios utilizan para influir destructivamente en los seres humanos y promover su perversa agenda en el mundo se encuentran, desde el control directo que ejercen sobre los individuos en lo que se conoce, en escala creciente, como “opresiones”, “obsesiones” y “posesiones”; hasta actividades más sutiles pero igualmente nefastas como las tentaciones que buscan llevarnos a caer en pecado y las acusaciones que, una vez que caemos, quieren mantenernos postrados e impedir que nos levantemos. No en vano en la Biblia Satanás es designado tanto como el Tentador, al igual que el Acusador de los hermanos. Pero tal vez la maquinación y la actividad más insidiosa que estos personajes llevan a cabo en contra de la especie humana es la mentira y el engaño. No sólo la mentira en la que podemos llegar a incurrir como acción pecaminosa, por la cual nosotros con plena conciencia les mentimos a otros pretendiendo engañarlos, sino el engaño y la ceguera en relación con la verdad en el cual Satanás y los demonios mantienen sumida a una gran proporción de la humanidad, divulgando visiones engañosas de la realidad y promoviendo sistemas de valores contrarios a ella, al punto que el Señor Jesucristo se refirió a él con estas sentenciosas y concluyentes palabras: “Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!” (Juan 8:44)