El Señor Jesucristo hizo en cierta oportunidad una declaración muy inquietante en la que, a primera, vista, parecería haber cometido un error gramatical en la conjugación del verbo: “-Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!” (Juan 8:58). Porque si se tratara de referirse a su preexistencia eterna antes de encarnarse como hombre, que hace de Él Alguien muy anterior al patriarca Abraham en la historia humana, por cuanto: “Él estaba con Dios en el principio” (Juan 1:2); la conjugación adecuada debería ser “yo era” o “yo fui”. Sin embargo, aquí no existe ningún error, pues más que conjugar verbos para señalar su anterioridad en el tiempo a Abraham, lo que Cristo está haciendo aquí es identificarse y revelarse a Sí mismo como el propio Dios, pues la expresión “Yo soy” es la traducción o el significado del nombre tal vez más personal con el que Dios se reveló en el Antiguo Testamento al pueblo de Israel, conocido con el nombre técnico de “tetragramatón” por ser un nombre que se escribe con cuatro consonantes: YHWH, siendo por lo mismo inefable o impronunciable en estricto rigor y cuya pronunciación original más probable tal vez sea Yavé o Yavéh. Este es también el sentido que se halla detrás de las siete expresiones recogidas por Juan en su evangelio en boca del Señor Jesucristo cuando dijo de sí mismo y de manera sucesiva “Yo soy”: el pan de vida; la luz del mundo; la puerta; el buen pastor; la resurrección y la vida; el camino, la verdad y la vida; y la vid verdadera. Y es por todo esto, que cuando Cristo habla, no habla la antigüedad humana, sino la eternidad divina
Cristo y el tiempo
5 agosto, 2022
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“El tiempo es irrelevante para justificar la autoridad de Cristo porque cuando Él habla no habla la antigüedad; habla la eternidad”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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