La invocación del nombre de Cristo ha sido un rasgo de la iglesia en la convicción de que Jesús es Dios y en obediencia a la instrucción del Señor: “Lo que pidan en mi nombre yo lo haré” (Juan 14:14). Invocación enmarcada dentro del uso tradicional de los semitas por el cual el nombre representa a la persona así identificada de modo que invocar el nombre es evocar y convocar a la persona que lo ostenta para que se manifieste a los suyos conforme a sus promesas, su carácter y su poder personal. Pero la apelación al nombre del Señor Jesucristo no es un recurso mágico, con resultados automáticos garantizados; sino que debe venir precedida por la relación personal estrecha y el conocimiento mutuo entre quien invoca el nombre y Quien atiende la invocación: “Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús. Decían: «¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!» Esto lo hacían siete hijos de un tal Esceva, que era uno de los jefes de los sacerdotes judíos. Un día el espíritu maligno les replicó: «Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero ustedes ¿quiénes son?» Y abalanzándose sobre ellos, el hombre que tenía el espíritu maligno los dominó a todos. Los maltrató con tanta violencia que huyeron de la casa desnudos y heridos…” (Hechos 19:13-17). Hecha esta advertencia, la invocación del nombre de Cristo se constituyó no obstante en una de las prácticas esenciales del cristianismo, en virtud de la cual se operaban milagros y se accedía a la salvación, mediante la actividad presente de Cristo por medio de su Santo Espíritu.
El nombre de Cristo
21 octubre, 2022
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“Al invocar el nombre de Cristo no debemos olvidar que éste no es una fórmula mágica automática sino un recurso para creyentes”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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