La ciencia ha logrado identificar y explicar con gran precisión muchas de las influencias sociales y de las consecuentes dinámicas y procesos mentales que tienen lugar en las personas a la hora de actuar y tomar decisiones que afectan su entorno y a todos quienes los rodean. El problema con estas explicaciones es que en muchos casos pretenden ser tan completas y acabadas que se convierten en justificaciones deterministas y totalmente condicionadas para las acciones que pretenden explicar, eliminando de todas ellas el inescrutable componente de libertad y responsabilidad personal que existe en mayor o menor grado en todo lo que los seres humanos hacemos, como agentes libres que somos. Así, los malvados pasan de ser culpables de las maldades que cometen, a ser víctimas de las circunstancias que les tocó vivir y que los habrían condicionado, presuntamente, para hacer lo que hicieron sin ninguna responsabilidad de su parte. Por eso, sin perjuicio del poder explicativo que todo esto pudiera tener en un momento dado, lo cierto es que al fin de cuentas todos los que obran mal, saben de un modo u otro que lo están haciendo así con la suficiencia requerida como para poder y tener que confesarlo, arrepentirse de ello y pedir perdón por ello a Dios y a los directamente afectados por sus acciones malvadas. Este es, pues, un requisito ineludible para alcanzar el perdón, la redención y la justificación que el evangelio de Cristo ofrece, como lo entendieron en su momento los habitantes de Efeso: “Muchos de los que habían creído llegaban ahora y confesaban públicamente sus prácticas malvadas” (Hechos 19:18)
La necesidad de la confesión
22 octubre, 2022
2 Lectura mínima
“Aunque la ciencia logre explicar algo de las dinámicas sociales y psicológicas del mal, eso no nos exime de tener que confesarlo”
También te puede interesar
Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
Deja tu comentario