La expresión “cristianismo sin religión” es tal vez el mayor aporte que el teólogo Dietrich Bonhoeffer hizo a la teología contemporánea, haciendo con ello referencia al valor positivo de un cristianismo “del mundo”. Es decir, un cristianismo participativo y deliberante no sólo en el ámbito de la religión y el culto sino en todos los aspectos del mundo, puesto que, al decir de Bonhoeffer: “En Cristo se nos ofrece la posibilidad de participar en la realidad de Dios y en la realidad del mundo, pero no en la una sin la otra”. Esto no significa la supresión de los aspectos formalmente religiosos o eclesiásticos que siempre han acompañado de manera necesaria al cristianismo, sino más bien la posibilidad de un cristianismo “secularizado” que ya no pensaría ni actuaría solo en términos de lo “religioso” o de la esfera de la “fe” como algo apartado y sin relación con todos los demás aspectos de la vida humana, rechazando entonces la actitud de presentar a Dios como la añadidura que completa la vida de una persona y que encuentra su legítimo lugar sólo en los límites de la necesidad humana, pues ser cristiano implica participar en la vida del mundo, para servir a Dios en el mundo, sin que esto signifique que ser un creyente “del mundo” sea una licencia para un estilo de vida inmoral, laxo e indulgente. Cristo es el Señor del mundo y por lo tanto la actividad de Dios se manifiesta también en cada aspecto de la cotidianidad de modo que la vida cristiana en el mundo tiene que ser participación en el encuentro de Cristo con el mundo. Por eso el Señor oró así: “No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno” (Juan 17:15)
El mundo servido en bandeja
8 septiembre, 2022
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“Muchas de las batallas que la iglesia ha perdido ha sido por abandonar el mundo, dejándoselo así servido en bandeja al enemigo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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