Los milagros se definen como intervenciones sobrenaturales de Dios que, contra todo pronóstico, modifican para el bien y beneficio de alguien el funcionamiento normal y habitual de las cosas de una manera objetiva y verificable. Debido a ello no solemos ver ni apreciar el carácter milagroso de la auténtica conversión por la que alguien, también contra todo pronóstico, abandona resuelta y voluntariamente la dirección que llevaba su vida, da un giro de 180 grados y se vuelve a Dios en la persona de Cristo rindiéndose a Él con arrepentimiento y fe, pues ésta es una experiencia muy real, pero subjetiva, cuyos efectos objetivos no se pueden observar de manera inmediata, sino de manera gradual y sutil en la modificación favorable que ocasiona en la conducta y el carácter del convertido. Sin embargo, la conversión no es posible sin una intervención especial, sobrenatural y directa por parte de Dios en el interior del convertido. La intervención decisiva que, mediante una revelación de lo alto, ilumina nuestro entendimiento para poder comprender, apreciar, valorar y aceptar finalmente con convicción y docilidad el mensaje del evangelio de Cristo que nos otorga la salvación y transforma nuestra vida reorientándola en la dirección correcta, como se lo informó el Señor al apóstol Pedro cuando éste hizo su profesión de fe reconociendo a Cristo como el mesías e Hijo de Dios hecho hombre: “-Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente -afirmó Simón Pedro. -Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás -le dijo Jesús-, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo” (Mateo 16:16-17)
El milagro de la fe
28 febrero, 2022
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“La más grande intervención sobrenatural de Dios en el mundo no es la que se da en el milagro sino la que tiene lugar en la fe”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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