En la óptica del evangelio, el arrepentimiento auténtico se demuestra con buenas obras, pero las buenas obras deben, a su vez, ser consecuencia del auténtico arrepentimiento para que tengan la validez que la generalidad de religiones les asignan en el propósito de alcanzar la salvación y la obtención del favor de Dios. De no ser así, las buenas obras pueden seguir prestando un servicio constructivo a la causa de Dios en el mundo, pero no le reportarán ningún beneficio eterno a quien las ejecuta si no vienen precedidas por el arrepentimiento y la fe en Cristo y su consecuente perdón. Y es que por más que nos apliquemos a ocuparnos en buenas obras conforme a lo que la moral indica, las buenas obras por sí solas nunca nos permiten alcanzar la norma establecida por Dios para obtener su aprobación a la luz de las exigencias de Su perfecta justicia. Las buenas obras por sí solas no logran cubrir nuestros faltantes al respecto, ya sea porque al margen del evangelio éstas suelen proceder de motivaciones equivocadas y perseguir intenciones egoístas; sino también porque nunca lograrán satisfacer a cabalidad los pronunciamientos veraces de las conciencias sensibles “Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras” (Hechos 26:20)
El lugar de las buenas obras
30 octubre, 2022
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“Las buenas obras sólo adquieren valor al ocupar su lugar como fruto del arrepentimiento y la conversión y no al margen de ellos”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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