La “farandulización” que busca hacer de todo un espectáculo perjudica el evangelio en la medida en que las iglesias se dejan influir por esta tendencia, optando por hacer de la predicación un espectáculo farandulero en franca competencia con la industria del espectáculo en el mundo. Pero el espectáculo por excelencia de todos los tiempos es la salvación llevada a cabo por Cristo en la cruz del Calvario. Y es que el espectáculo de la cruz no hace referencia al exhibicionismo festivo y fastuoso que busca impresionar, divertir y distraer mediante calculadas “puestas en escena”. Por el contrario, el espectáculo de la iglesia, al igual que el de Cristo, tiene que ver con el sacrificio, la entrega, el servicio y la solidaridad compasiva y amorosa hacia el prójimo, aún a riesgo de quedar sometidos y expuestos al escarnio público del mundo: “El centurión, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: -Verdaderamente este hombre era justo. Entonces los que se habían reunido para presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el pecho… Por lo que veo, a nosotros los apóstoles Dios nos ha hecho desfilar en el último lugar, como a los sentenciados a muerte. Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo, tanto para los ángeles como para los hombres” (Lucas 23:47-48; 1 Corintios 4:9). Así, pues, el espectáculo del creyente es, antes que público; privado, secreto e íntimo, pues es fundamentalmente ante los ojos de Dios y de sus ángeles escogidos ante quienes estamos llamados a brindar todos los días un buen espectáculo, dejando en sus manos el hacerlo o no público.
El espectáculo en la iglesia
28 junio, 2022
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“El espectáculo en la iglesia es muy diferente al del mundo pues tiene como modelo lo hecho por Cristo en la cruz”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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