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El esnobismo, ¿fidelidad u originalidad?

“El esnobismo acecha al creyente cuando en su afán de ser original deja de ser fiel, sacrificando la verdad en aras de la novedad”

Uno de los peligros que acechan de manera latente a la iglesia es el esnobismo, esa exagerada admiración por todo lo novedoso y que está de moda o se considera distinguido y elegante, pues cuando se cede a él en la iglesia, la novedad y lo que está de moda cobra más importancia que la verdad eterna revelada en las Escrituras, abonando el terreno para que los “nuevos iluminados” emerjan para seducir a muchos mediante nuevas e inéditas revelaciones procedentes, presuntamente, de la Biblia interpretada de maneras muy particulares, erróneas y amañadas, o incluso al margen de ella mediante revelaciones directas que estos personajes recibirían de Dios, como Quien les habla al oído y de manera exclusiva y excluyente, más allá de todo cuestionamiento por parte del resto de los mortales. El esnobismo de los griegos, descrito así por Lucas: “Es que todos los atenienses y los extranjeros que vivían allí se pasaban el tiempo sin hacer otra cosa más que escuchar y comentar las últimas novedades” (Hechos 17:21), fue una de las actitudes que les impidió recibir y acoger el evangelio creyendo en él, con muy contadas excepciones como lo fueron Dámaris y Dionisio. El esnobismo transforma a honestos, humildes y capaces buscadores de la verdad, como lo fueron en mayor o menor grado los grandes filósofos clásicos griegos Sócrates, Platón y Aristóteles; en frívolos sofistas pagados de sí mismos, expertos en manipular, precisamente, la retórica y la oratoria junto con todo tipo de sofisma de distracción, para promover las innovaciones producto de sus delirantes imaginaciones y especulaciones sin fundamento.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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