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El ejemplo de los niños

“Los niños son elogiados en la Biblia al punto de disculpar su inmadurez. Pero en un adulto ésta ya no puede ser disculpada”

Pablo recoge las palabas del Señor relativas a la recomendación de ser como niños, haciendo la salvedad de que lo que no debemos imitar de ellos es la inmadurez que los caracteriza, en ellos disculpada por completo debido a su condición de niños: “Hermanos, no sean niños en su modo de pensar. Sean niños en cuanto a la malicia, pero adultos en su modo de pensar” (1 Corintios 14:20). Así, la meta es ser personas adultas y maduras, pero no maliciosas. En lo que tiene que ver con la ausencia de malicia que los niños exhiben, ésta trae incorporadas ciertas virtudes que Dios espera encontrar en nosotros, tales como la disposición a reconocer nuestra dependencia de Él. Asimismo, la humildad que se requiere, no sólo para lo anterior, sino para todos los aspectos de nuestros tratos y nuestra relación con Dios, pues como lo dijera Prabhupada: “Yo creo que entender a Dios no es una cuestión de inteligencia sino una cuestión de humildad”. De igual modo, los niños son alabadores entusiastas y espontáneos, como salta a la vista en los evangelios al punto de llevar a los acartonados dirigentes del Consejo judío a pedirle a Cristo que los reprendiera por esto. Y por último y como consecuencia y broche de oro a todo lo anterior, los niños confían con facilidad, disposición que los hace especialmente aptos para creer en Dios de manera sencilla y resuelta, pues la fe bíblica enfatiza ante todo la confianza en Él a toda prueba que Dios requiere de nosotros. El derrotero es, pues, alcanzar una madurez que no sacrifique la humildad, la confianza, la espontánea y fluida adoración y la dependencia que Dios amerita de nuestra parte.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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