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El beso de Judas

“Todo pecado es un acto de traición a Dios que hace que el beso de Judas no sea sólo suyo sino también el de toda la humanidad”

Decía Octavio Paz que:“¡El destino de toda idea grande es el de ser traicionada!… Cristo lo es a menudo por la Iglesia”. Y lo cierto es que existen demasiados episodios del acontecer humano que parecen darle la razón a esta afirmación, siendo la vida y la muerte de Jesucristo los acontecimientos culminantes a este respecto. En efecto, es de todos conocida la dolorosa traición que llevó a Cristo a la cruz, por cuenta de uno de sus propios y más cercanos discípulos, los apóstoles: “Todavía estaba hablando Jesús cuando se apareció una turba, y al frente iba uno de los doce, al que se llamaba Judas. Éste se acercó a Jesús para besarlo, pero Jesús le preguntó: -Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?” (Lucas 22:47-48). Y si bien esta traición terminó sirviendo a sus propósitos redentores, el punto es que la traición de Judas no deja por eso de ser lo que es. Y, adicionalmente, su beso traidor no es sólo suyo, sino que es también el de todos nosotros. Tal vez su traición sea más frontal, consciente, directa y premeditada que la triple negación que Pedro hizo de él; pero dejando de lado los matices y comparaciones a los que acudimos para atenuar y justificar nuestras culpas, hay que decir que todo pecado es un acto de traición contra Dios. El teólogo R.C. Sproul se refiere al pecado, precisamente, como “traición cósmica” contra nuestro Creador. Es a la luz de todo esto que resulta más conmovedor que, en Cristo, Dios haya respondido a todos nuestros múltiples besos traidores con los besos divinos del perdón y de la justificación que cubren todas nuestras traiciones y desmontan todas nuestras prevenciones hacia Él conduciéndonos al arrepentimiento.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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