La fe, la conversión y el nuevo nacimiento o regeneración que, según la Biblia, tienen lugar en todos y cada uno de quienes hemos sido redimidos por Cristo, son experiencias sobrenaturales reales pero de carácter subjetivo que ocurren en el interior del creyente, transformando y renovando favorablemente su manera de pensar, por lo que su evidencia externa más objetiva para todo observador desprevenido y desprejuiciado es, como nos lo informa el Señor, el fruto visible que produce en nuestra conducta o forma de actuar. Un fruto que, si bien es manifiesto, está lejos de ser perfecto, pues en las actuales condiciones y antes del regreso de Cristo, el pecado todavía hace presencia en la vida de los creyentes ensombreciendo, manchando y tendiendo un manto de duda sobre sus mejores frutos y generando a veces verdaderos estragos en la credibilidad y el buen testimonio de vida a los que la iglesia está llamada en el mundo; circunstancia que llevó a Carlos Díaz a declarar:“Qué discutible eres, Iglesia, y sin embargo cuánto te quiero. Cuánto me has hecho sufrir, y sin embargo cuánto te debo… Me has escandalizado siempre, y sin embargo me has hecho entender la santidad.”. Pero sea como fuere y al margen de que la línea de separación entre el creyente y el no creyente sea más o menos difusa a los ojos de los hombres, a los ojos de Dios no hay confusión alguna, por lo que más temprano que tarde, como lo afirma el profeta: “… ustedes volverán a distinguir entre los buenos y los malos, entre los que sirven a Dios y los que no le sirven” (Malaquías 3:18)
Distinguiendo a los buenos de los malos
31 diciembre, 2021
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“La diferencia entre quienes sirven a Dios y quienes no lo hacen no tendrá que esperar al regreso de Cristo para hacerse evidente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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