No siempre quienes temen y sirven a Dios llevan la mejor parte en los asuntos de este mundo. Comenzando con los mártires que lo han perdido todo y han terminado ofrendando hasta sus vidas por causa de su fe. Todos los casos de creyentes que sufren de manera aparentemente injusta pueden llevarnos a pensar que Dios se olvida de los suyos o que le es indiferente su suerte. Pero esto está lejos de ser verdad, pues Dios tiene muy buena memoria y recuerda bien a quienes le temen y honran Su Nombre y ya sea ahora o después, Él los reivindicará y, como lo dice el salmista: “Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía” (Salmo 37:6). Es tanto así que en la Biblia se nos revela que Dios tiene un registro especial y detallado de los suyos y de sus obras y actos de amor y de honroso servicio a su causa y a Su Nombre para, a su debido tiempo, cuando Él lo decida y considere conveniente, actuar a su favor de manera notoria y manifiesta a los ojos de todo observador, de modo que no quede duda al respecto, pues: “Los que temían al Señor hablaron entre sí, y él los escuchó y les prestó atención. Entonces se escribió en su presencia un libro de memorias de aquellos que temen al Señor y honran su nombre. «El día que yo actúe ellos serán mi propiedad exclusiva -dice el Señor Todopoderoso-. Tendré compasión de ellos, como se compadece un hombre del hijo que le sirve… Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, ustedes han mostrado sirviendo a los santos, como lo siguen haciendo” (Malaquías 3:16-17; Hebreos 6:10)
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