A pesar de las predicciones en contra de los analistas, las encuestas dicen que hoy por hoy la abrumadora mayoría de la humanidad sigue sosteniendo la existencia de Dios. Sin embargo, también una gran mayoría de éstos no creen realmente en Dios, aunque afirmen su existencia, pues como ya lo hemos dicho, son “ateos prácticos” que, aunque declaren intelectualmente que Dios es real, en su vida práctica y cotidiana viven como si Él no existiera, sin tomarlo en cuenta ni tenerlo presente para ningún efecto, a no ser para invocar su ayuda en las crisis y situaciones extremas de la vida y nada más. Y es que más allá de la revelación que Dios hace de sí mismo en la persona de Cristo y en la Biblia y las justificadas demandas que nos formula en ella; el simple sentido común y la más elemental lógica indican que si Dios es real, debería ocupar el primer y principal lugar en nuestras vidas y tendríamos que construir toda nuestra agenda vital alrededor de Él, pues como lo dice Timothy Keller: “Si existe un Dios, le debes todo, literalmente. Si existe un Dios, le debes mucho más que una vida decente y moral”. Por eso, si no honramos a Dios dándole el primer lugar en nuestra vida, entonces lo ofendemos y deshonramos, pues incluso un segundo lugar es deshonroso y ofensivo para Él, siendo Quien es. Visto así, se cae de su peso la respuesta de Jesucristo a quien lo interrogaba sobre el principal mandamiento de la ley: “… -‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente’ -le respondió Jesús-. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos” (Mateo 22:36-38)
Dios en primer lugar
14 marzo, 2022
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“Es ofensivo darle a Dios el segundo lugar en nuestra vida, pues si Él no es el primero, entonces es como si fuera el último”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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