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Descender para ascender

“Reconocer que se ha tocado fondo con el pecado es estar muy cerca de la cima del arrepentimiento, el perdón y la salvación”

Para ascender con consistencia, tenemos que haber descendido primero. Cristo mismo vivió en carne propia este movimiento al encarnarse como hombre y descender hasta nuestra condición para sólo entonces volver a ascender, ya no sólo por derecho propio, sino también por mérito, al lugar que le había correspondido siempre, como ya lo había declarado: “Nadie ha subido jamás al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre” (Juan 3:13). En la epístola a los Efesios, Pablo vuelve a mencionar este hecho con estas palabras en referencia a Cristo: “Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo” (Efesios 4:9-10). Del mismo modo, todos nosotros debemos descender antes de poder ascender, y esto implica tocar fondo de algún modo, pues únicamente quien ha tocado fondo y conoce las profundidades de sus propios pecados es capaz de sobreponerse a ellos con consistencia, dejándolos atrás de la mano de Cristo en su ascensión victoriosa. Urge, por tanto, que nos identifiquemos personalmente con el apóstol para poder experimentar y declarar con él: “Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!…” (Romanos 7:21-25)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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