Los estudiosos distinguen entre religiones nacionales y religiones universales, cuya diferencia radica en la naturaleza de la relación del ser humano con Dios en cada una de ellas. En las religiones nacionales, la persona obtiene la salvación debido a su condición de miembro de su comunidad natural, que es al mismo tiempo comunidad de salvación. Su Dios o sus dioses son, entonces, los mismos de la nación y el acceso y adoración a Dios están, pues, ligados a sus rasgos culturales particulares, al punto de ser inseparables. El cristianismo, si bien surge dentro del judaísmo, que es en esencia una religión nacional, al punto que: “… De ellos son la adopción como hijos, la gloria divina, los pactos, la ley, y el privilegio de adorar a Dios y contar con sus promesas. De ellos son los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas…” (Romanos 9:4-5); rompe sin embargo este molde para convertirse en la religión universal por excelencia, haciendo del acceso a Dios una experiencia individual no condicionada ya por toda la parafernalia cultural del judaísmo, conforme a las palabras de Cristo: “… la salvación proviene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad” (Juan 4:22-23), como consta en la visión del apóstol de los últimos tiempos: “Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas… Estaban de pie delante del trono y del Cordero… Gritaban a gran voz: «¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»” (Apocalipsis 7:9-10)
De toda tribu, pueblo, lengua y nación
22 diciembre, 2022
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“El cristianismo supera al judaísmo en que ahora todos podemos adorar a Jesucristo sin renunciar a nuestra cultura”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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