Contra toda lógica humana, en el cristianismo el acreedor, es decir Dios, asume voluntariamente la condición de deudor hacia sus deudores, los hombres. En efecto, el pecado es una deuda que hemos contraído con Dios, agravada por el hecho de nuestra incapacidad de saldarla con nuestros propios recursos y que, por el contrario, se incrementa día a día, sin que podamos acudir a nada para mitigarla, haciendo de Dios nuestro acreedor por excelencia. Él, sin embargo, no sólo perdona nuestra impagable deuda, sino que, en Cristo, se hace deudor de sí mismo para saldarla a nuestro favor, pues: “… Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente… Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz” (Colosenses 2:13-14). Y una vez hecho lo anterior, se compromete y obliga a sí mismo para con sus hijos, los que hemos creído en Él, por medio de sus muchas promesas de bendición. Por eso Agustín se dirigía a Dios diciendo: “Te dignas con tus promesas hacerte deudor de aquellos a quienes perdonas todas sus deudas”. Al fin y al cabo: “… el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. El siervo se postró delante de él. ‘Tenga paciencia conmigo -le rogó-, y se lo pagaré todo.’ El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad” (Mateo 18:23-27)
De acreedor a deudor
3 marzo, 2022
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“Tenemos una deuda con Dios tan impagable que Él mismo asumió en Cristo la condición de deudor para cancelarla a nuestro favor”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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