Una de las sentencias más paradójicas del Señor Jesucristo es aquella en la que declara: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará” (Mateo 16:25). En efecto, perder voluntariamente la vida para finalmente encontrarla no es tan sólo un enigmático juego de palabras, pues lo que aquí se quiere señalar es un intercambio vital enormemente provechoso y ventajoso para nosotros. No se trata, entonces, de renunciar a la alegría de vivir y resignarse, con gesto de insatisfacción, a una existencia gris de prohibiciones y restricciones circunscrita a actividades espirituales y devociones místicas y exclusivamente religiosas en la iglesia, en lo que al final no son más que “apariencias de piedad”; sino todo lo contrario: disfrutar la vida de manera responsable y a plenitud, realizándonos en ella por medio de todas aquellas actividades legítimas de la cultura humana a las que Dios nos ha llamado y para las cuales nos ha dotado y capacitado de manera especial. Llamado que no está limitado ni concluye con esta vida terrenal actual, sino que, como lo comprobaremos los creyentes que identificamos este llamado y nos consagramos a él con pasión; es algo que se extiende de manera maravillosa por toda la eternidad cuando Cristo regrese y establezca su reino en la Tierra, más allá de lo que nuestra más fecunda y esperanzada imaginación puede concebir. Visto así, cualquier anhelo o aspiración personal que tengamos que sacrificaren el proceso por no encajar con el llamado de Dios para nuestra vida bien vale la pena, considerando su exitoso resultado final garantizado por el mismo Señor Jesucristo.
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2 marzo, 2022
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“Hay que renunciar a nuestro fracasado proyecto de vida autónomo para asumir el exitoso y superior que Dios diseñó para nosotros”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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