El Señor Jesucristo declaró: “»Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran” (Mateo 7:13-14), sin que esto signifique que la visión del evangelio sea estrecha y arbitrariamente restrictiva por puro capricho divino. La estrechez de esta puerta radica simplemente en la naturaleza misma de la verdad. Y es que la verdad es excluyente, y como tal, estrecha, pues dos afirmaciones contrarias no pueden ser ambas verdad al mismo tiempo y en la misma relación. La lógica más elemental establece que en el mejor de los casos sólo una de ellas será cierta y todas las afirmaciones contrarias quedan excluidas como falsas. Por contraste, la puerta ancha y espaciosa lo es porque admite todas las afirmaciones falsas, e incluye sin ningún criterio selectivo todas las mentiras y los caminos engañosos que el ser humano ha concebido a lo largo de la historia, sancionados hoy formalmente por el relativismo, el pluralismo, el multiculturalismo y el subjetivismo que alimentan el pensamiento políticamente correcto. Pero la verdad es, por definición, excluyente y establece fronteras que no podemos traspasar, si de permanecer en la verdad se trata. Por eso, Jesucristo se identificó a Sí mismo como la puerta estrecha, el referente que nos permite movernos con entera libertad dentro del amplio pero siempre seguro rango de la verdad: “Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos” (Juan 10:9)
Cristo, la puerta a la libertad
9 agosto, 2022
2 Lectura mínima
“El cristiano tiene amplia movilidad, pero sin perder nunca de vista la puerta como punto de referencia que le evite extraviarse”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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