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Como las olas del mar

“La duda en la mente no es grave siempre y cuando no comprometa la fe de corazón que nos capacita para superar los obstáculos”

La Biblia dice que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6), pero esto no significa que la fe resuelva y elimine toda duda. Hay una gran diferencia entre un escéptico incrédulo y un creyente que duda. Todos los grandes hombres de Dios tuvieron periodos de duda en sus vidas, pero no por eso dejaron de ser reconocidos como hombres de fe. Debido a ello, pueden parecer contradictorias las condenaciones que en las Escrituras se dirigen contra la duda, como la que encontramos en el evangelio de Mateo:“-¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:31) y en la epístola de Santiago: “… quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento” (Santiago 1:6). Esta aparente discrepancia se explica al considerar que la fe en Dios no es un asunto del intelecto, sino de la voluntad que, aunque no es contraria a la razón, si está más allá de ella y no puede reducirse a ella. Es posible entonces tener una inconmovible convicción y confianza en Dios a pesar de que persistan las dudas intelectuales suscitadas por las circunstancias o situaciones que no alcanzamos a entender. Con todo, la persona de fe puede continuar adelante a pesar de sus dudas, confiando en que Dios tiene el control de lo que no alcanza a comprender. La voluntad tiene, pues, prioridad sobre la razón a la hora de creer pues la fe del cristiano está siempre más allá de la duda razonable, como lo dio a entender el Señor: “Les aseguro que si alguno le dice a este monte: ‘Quítate de ahí y tírate al mar’, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice sucederá, lo obtendrá” (Marcos 11:23)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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